domingo, 28 de noviembre de 2010

En el Aire: Inmensidad

Cuarta Parte


Inmensidad

    Ya se ha hecho de noche.
    Las luces de las ciudades por las que pasamos son hermosas, el reflejo del agua…
    Contemplo durante horas y horas, el paisaje que se me va mostrando, a medida que avanzamos hacia lo desconocido.
    En cierto momento, me percato, que tan solo he mirado a mis pies, pero no sobre mi cabeza.
    La levando, y quedo anonadada.
    A aquella altitud, la continuación es casi nula, y, por supuesto, la vista de las estrellas, completa, y maravillosa.
    Miles de luces tintineante, cada una con su propio brillo, con una descripción propia.
    Pero yo no soy poeta, y no puedo describir su magnificencia.
    Tan solo puedo decir, que son hermosas,  que algunas están juntas, otras separadas.
    Otras parecen que forman una cadena diseñada para hipnotizar al que pose la vista en ellas.
    Todas las demás, tienen una sinfonía sin paragón, no se puede comparar a nada de lo visto en la tierra.
    No puedo evitar suspirar, ante tal cuadro, el más hermoso visto por unos ojos humanos.
    Él me mira.
    Ahora sus ojos parecen reflejar todas la estrellas, pero, aun contenido su propio sol.
    Tan hermoso…
    En sus labios se produce una leve anomalía.
    Una sonrisa.
    Y de pronto, estamos subiendo.
    Chillo por que todo a sido muy precipitado, y no se que va a pasar.
    Salimos más allá de todo lo conocido, y casi podemos tocar las estrellas.

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Sentía un dolor casi físico cuando el conde y la condesa entraban al mismo tiempo.. su amor mutuo era evidente, un vinculo genuino que les proporcionaba seguridad y felicidad. Hasta Logan y Serah intercambiaban a veces unas miradas que ponían de manifiesto que se gustaban. Esas miradas, ese amor, llenaba a Kylar de un anhelo tan hondo que creía que le abriría un hueco en el pecho. No era simple hambre; una rata de hermandad conocía el hambre igual que conocía las alcantarillas donde se acurrucaba buscando calor en invierno. El hambre no era comoda, pero resultaba familiar y no era algo que temer. Lo suyo era una sed, como si su cuerpo entero estubiese reseco, cuarteado, a punto de desmigajarse. Moriría de sed a orillas del lago más grande del mundo.

Todo aquello le estaba vedado. Para él, ese lago era un océano.

Era agua salada que solo le daría más y más sed, hasta causarle la locura y la muerte. El amor era la muerte de un ejecutor. Locura, debilidad, vulnerabilidad y muerte, no solo para el propio ejecutor, sino también para cualquiera que lo amase. En la vida de Azoth todo era muerte. Había jurado no amar jamas, pero cuando lo prometió no había visto nada parecido a lo que el conde y la condesa compartían. Resultaba tolerable si por lo menos le importase a alguien.


El Ángel de la Noche 1, El camino de las Sombras de Brent Weeks


Feveradicta *¬*


Mi diplomita :3

Mi diplomita :3
muchisimas gracias Karol!! ^^

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