La tormenta siempre es perfecta.
Es imposible esquivarla, evadirla, solo puedes bailar a su son, sin nada más que ofrecer o hacer.
Ella te coge, te levanta, te hace suya, y te envía muy lejos... todos somos esas personas que son llevadas al cielo para caer, y despedazarnos, hacernos cachitos con la caída.
Y cuando por fin llegamos al suelo sentimos el dolor de la derrota, sino es que la caída no nos a matado ya...
Si no es así, pobre del iluso que intente levantarse, se lo volverá a hacer una y otra vez...
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